Hace 35 años, la ascendente banda underground Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota editaba Oktubre, su segundo disco de estudio, que marcó un antes y un después en la historia del grupo al tiempo que significó una verdadera bisagra en el rock argentino, que comenzaba a abandonar el optimismo inicial que había despertado el regreso a la democracia en 1983.
La placa, publicada el 4 de octubre de 1986 con importantes innovaciones sonoras, líricas que graficaban al dedillo el panorama socio-político mundial y un concepto general en el que la banda dejaba en claro sus posturas ideológicas, se estableció además como el trabajo más apreciado por los fans de la banda.
Ocurre que ese disco contiene algunos de los temas más emblemáticos del grupo, como “Jijiji”, “Semen up”, “Ya nadie va a escuchar tu remera”, “Preso en mi ciudad”, “Motorpsico” y “Canción para náufragos”, entre otros; además de definir toda una iconografía, ideada por Ricardo “Mono” Cohen, también conocido como Rocambole, con una lectura de los procesos revolucionarios históricos, a partir de un cruce entre la estética artística tradicional de la Revolución Rusa de 1917 y los trabajos de Antonio Berni.
Oktubre, grabado en los estudios Panda con Osvel Costa como técnico, resultó además el despegue definitivo de un grupo que hasta el momento había editado Gulp, en 1985, un registro realizado en pocas horas y en el que la banda se limitó a repasar algunas canciones que venían tocando en sus presentaciones desde hacía años.
Y Oktubre tampoco sería Oktubre no sólo sin ese omnipresente reverb, sino tampoco sin esa tapa (¿acaso la de mayor polisemia en todo el rock argentino?). Una gráfica hecha con dos colores por el sencillo motivo de que no sobraban recursos económicos: el segundo disco se financió con lo recaudado del primero, que alcanzaba para lo justo y ya. El resto se compensó con creatividad e imaginación. Así aparecieron las canciones y así, también, aparecieron los dibujos. ¿De quién fue la idea gráfica? Tan importante es la autoría de esta simbología, que el Indio y Rocambole se arrogan para cada cual la propuesta original de invertir la B del nombre, simulando el alfabeto cirílico ruso. El poder del disco está hasta en una simple letra. O no tan simple: solo basta dibujar esa B espejada para disparar todo el imaginario del álbum.
Hay obras que explican su tiempo, otras que reseñan de donde se viene y solo algunas —las menos, y por eso quizás las imprescindibles— logran anticiparse a su época. De lo complejo a lo simple.
Oktubre
«una canción también hace la revolución»
NOTA: Reseña periodística Juan Ignacio Provéndola – FOTO: portada álbum Oktubre Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.