En el marco de un nuevo y, al menos en esta oportunidad, previsible cortocircuito entre las administraciones de Sebastián Piñera y Alberto Fernández, que en parte trasciende los apellidos de turno, es que las delimitaciones territoriales, algo que continúa generando muchos más conflictos de los que nos imaginamos en nuestra región, vuelve a estar en agenda.
En el orden de los hechos recientes porque durante el último sábado 28 de agosto el Gobierno argentino, a través de la Cancillería, tomó conocimiento de una medida publicada en el Diario Oficial trasandino relativa a la actualización y/o ampliación de la denominada Carta Náutica N°8, la cual refiere a los espacios marítimos y que según apreció el titular de Esmeralda 1212, Felipe Solá, viola lo acordado en el Tratado de Paz y Amistad firmado entre las partes.
El hecho, por fuera de sus particularidades, exhibe una vez más la preocupante relación que la Argentina en particular y la relación en general mantiene entre socios estratégicos, acumulando en este caso acusaciones cruzadas por cuestiones propias a la seguridad y territorialidad.